Un novio entra en una tienda de confecciones con el propósito de comprarle unas gafas para su novia, al mismo tiempo que el entra una señorita para comprarse unas bragas para ella. La dependienta al envolver los paquetes se equivoca y da las gafas a la señorita y las bragas al caballero.
Este, sin examinar el contenido se lo envía a su novia con la siguiente carta: Querida nenita, en el paquete te mando lo que te prometí por habértelo roto anoche jugando contigo; son las mejores que había en la tienda y las más caras, la dependienta que me las envolvió, me enseñó las suyas, y asegura que las lleva puestas cuatro años y todavía no se la han roto, desde luego que se las quitaba cuando trabajaba.
Nena no hago más que pensar si te gustarán, yo estuve palpando las de la dependienta para asegurarme de su calidad, para que me fuera más conforme y convencido se las quito delante de mí, tuve un gran placer al reconocerlas. Bueno, póntelas cuando las recibas, para que el frío no pueda estropear tu delicado cutis. Quisiera tener la dicha de pasarte la mano por ellas y hacerte cosquillas donde a ti te gusta.
Tu novio, Eustaquio.
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